A mediados de los años 50 Pontiac arrastraba la fama de vender vehículos fiables pero aburridos. Para volver a enamorar a los clientes necesitaba algo rápido, asequible y vistoso, un coche con el que conquistar al público joven. Y si alguien podía ‘convertir a la abuela en una adolescente’, ese solo podía ser John DeLorean. Acomodando el motor más grande disponible en el chasis más compacto, el equipo de diseño creó el muscle car definitivo, llevando a DeLorean al estrellato. Esta máquina de aceleración pura era a menudo protagonista de carreras callejeras en conocidas avenidas de Detroit, congregando a jóvenes entusiastas ansiosos por poner al límite sus máquinas. En 2004 Pontiac resucitó su GTO para hacer las delicias de los nuevos compradores y también de los devotos de la saga GTO